Hace unos meses leí una publicación de una persona, que se puede resumir en que en estos momentos es muy importante la unión antifascista, sin rencores, sin peros, más allá de las diferencias ideológicas o teóricas que puedan existir entre lxs antifascistas. Lo hacía, concretamente, refiriéndose a una presentación del libro de Irene Montero en Madrid en la que, al parecer, unos cuantos ultraderechistas habían ido a hacer un escrache. El tipo en cuestión había echado de menos una mayor movilización antifascista porque no se trataba de apoyar a Podemos sino de ser antifascista, lamentando la división de la izquierda por parte de algunos sectores ejemejemaquiénessereferiránolosé.
1. Qué curioso que sea en el contexto de un evento de una mujer política de un partido progresista, por llamarle de alguna manera. Aquí tenemos que preguntarnos ¿Esa gente para la que se pide una masiva unión antifascista, habría acudido en otros casos en los que no hay cabida para el rédito político? ¿Se le pide a los «antifascistas» de la institución esa altura moral del antifascismo sin peros, cuando son los primeros en lavarse las manos diciendo «no nos representan» si las cosas se ponen feas? Justo al contrario. No han sido ni una ni dos veces las que nos han dejado tirados. De hecho, cuando ha existido la posibilidad, hemos sido incluso reprimidos por esos antifascistas. ¡Cuánto habríamos echado de menos o qué bien nos habría venido un llamado a la unión antifascista sin peros en solidaridad con cantidad de compañerxs anarquistas represaliados! ¡O con los presos, por poner un ejemplo (para esos es descarado cómo no hay unión antifascista que valga)!
2. Me parece que esos discursos del frente común tratan con condescendencia a quienes ponemos «peros» o guardamos «rencores» que supuestamente favorecen la llamada división de la izquierda. Como si no reflexionáramos, como si no tuviéramos motivos, desde la teoría o la práctica, desde la historia o el presente, para posicionar nuestro «antifascismo» como lo posicionamos o para reservar nuestra solidaridad para quienes de verdad son solidarios sin parasitar ningún organismo.
3. Me he asustado un poco cuando he encontrado alguna similitud entre el discurso del frente común que nos dice que nos mueve el rencor y que dividimos las luchas haciendo el juego a la derecha, y el discurso rancio que impuso el silencio y el perdón a toda costa, tan católico, que triunfó desde la Transición y que llama rencorosos a quienes todavía andan buscando a sus muertos en cunetas. ¿No es, acaso, el discurso de la unión antifascista con su argumentario del rencor divisorio, un neutralizador de la memoria de miles de personas (no solo anarquistas) a quienes se extirpó la vida y la memoria a lo largo de tantos años y en tantos lugares, en nombre del antifascismo? ¿No es, acaso, tan neutralizador de la memoria y la dignidad como lo es el discurso de que la memoria histórica existe desde el rencor con el pretexto de dividir al «pueblo español»? Este planteamiento a vuelapluma toma sentido en mi cabeza cuando caigo en la cuenta de que la memoria de miles fue y es sepultada por historiografías y discursos políticos de la «memoria histórica» que solo quieren la historia para apuntalar patrias y naciones y sistemas de gobierno ¿No os da un poco de repelús pensar esto?
4. De fondo hay otra cuestión, quizá algo más teórica, cuyo melón no voy a abrir aquí, pero dejo algunas preguntas para estimular la reflexión y que cada unx se sitúe donde crea conveniente: ¿qué es el antifascismo? ¿QUÉ ES EL FASCISMO? ¿Qué son el autoritarismo y el totalitarismo? ¿Nos vale cualquier antifascismo? ¿Qué implica o qué debería implicar el antifascismo? ¿Era el mismo antifascismo el de los carlistas que el de Stalin que el de Churchill que el de lxs anarquistas que el de Putin? ¿Por qué la «izquierda» o el «antifascismo» está dividido? ¿Acaso es posible la aclamada unión? ¿De dónde vienen esos discursos y a quiénes se dirigen? Y… ¿De verdad…?
¿Antifascismo a toda costa, sobre cualquier diferencia y sin peros?
No digo que no sea importante un rechazo masivo de la ultraderecha y no niego que en ocasiones concretas -que hay que analizar muy bien- es necesaria la convergencia «antifascista» a pesar de muchas cosas para resistir. Pero jamás defenderé una unión antifascista que criminalice, culpabilice, exija o trate con paternalismo a quienes decimos PERO y a quienes tenemos líneas rojas que no queremos sobrepasar por nada. Porque sacrificar las líneas rojas por una supuesta buena causa o mal menor, la mayor parte de las veces favorece al poder.
Venga, ya me podéis seguir tachando de purista y de rencorosa y de alimentar el gueto y de lo que os de la real gana, shavalines. Me reafirmo en lo mismo de siempre: qué importante es la historia y cómo cantaría otro gallo si lucháramos de verdad contra la amnesia social.