Este texto lo escribí hace tiempo, el 25 de mayo de 2023 para ser exacta, en un momento de arrebato y tras unas noche entera sin dormir haciendo trabajos de la Escuela de Arte. Y me ha apetecido recogerlo aquí:

En este rectángulo áureo he reflexionado sobre los confines del universo y sobre todo lo que hemos ido aprendiendo de él a lo largo del tiempo y que, a su vez, es ínfimo comparado con su infinitud.
Además, por mucho que lo estudiemos, siempre nos toparemos con las mismas puertas cerradas a cal y canto, con las mismas preguntas para las que no tenemos respuesta. ¿Es infinito el universo? Si lo es ¿Wtf? Si no lo es ¿qué lo sostiene y así sucesivamente? Y la pregunta que a tantos pueblos y seres ha devastado a lo largo de toda la historia: ¿Hay un ente superior, un dios o conjunto de dioses que de sentido a nuestra existencia? Y a su vez, de nuevo: si lo hay ¿qué lo sostiene y así susesivamente? ¿Qué hay detrás de la muerte? E infinidad de preguntas más que se retuercen en bucle.
A mí me abruman bastante esas cuestiones a la par que me atraen. Yo, personalmente, creo que no hay ningún dios ni nada por el estilo y que todo eso son creaciones del ser humano para dar respuesta a lo desconocido, para consolarse en un mundo y en un universo en el que somos insignificantes y, ya de paso, para ejercer poder. Respeto a quien sí lo crea siempre que respete a quienes no lo hacemos.
Tampoco creo que haya nada después de la muerte. A veces me gustaría creerlo para no sentirme triste o abrumada o asustada. A veces me gustaría sumarme a las creencias paganas tan bonicas o inventarme un dios que me diga cómo debo vivir. A veces, en momentos de cansancio, me gustaría creer, porque es más cómodo. Pero lo que creo en el fondo de mi corazón es que luego de la muerte está la nada absoluta. La negritud plena. No hay dioses, y nunca los hubo. Y si así lo creo, pues apechugo con el vacío.
Mejor preocuparnos de cuidar nuestros pasos en este suelo maltrecho que pisamos antes que pensar en la vida que no nos espera tras el proceso biológico y natural de la muerte. Seremos devorados por los gusanos y, desde el hummus en el que nos transformaremos, contribuiremos a mantener la vida. Nada más. En fin, paranoias. Todo era una excusa para usar la perspectiva cónica frontal en este trabajo de clase. Además me faltan horas de sueño. La calidad de la imagen es nefasta pero es lo que hay.