Tengo que decir que me parece tan repulsiva la propaganda electoral de las derechas, que acusa a la izquierda de «romper el país y llevarlo al comunismo» (y me parece repulsivo por motivos evidentes), como la propaganda de las izquierdas que apelan a otro modelo de patria (pero patria al fin y al cabo) y llaman al necesario voto contra el fascismo. Me molesta además que la izquierda utilice a colectivos estructuralmente oprimidos para hacer propaganda electoral (ministros y presidentes LGTBIQ+, negros, migrantes, de raíces indígenas, mujeres y hombres que en sus pasados venían de situaciones precarias, etc.), jugando con la falacia de la representatividad. Como si a mí, por el hecho de ser mujer, por ejemplo, me representaran mujeres burguesas y empresarias. Como si la identidad de una persona se construyera en base a una sola premisa. Como si todas las mujeres de clase obrera, por seguir con el ejemplo, fueran clones que sufren del mismo modo las relaciones de poder en sus cuerpos.
Respecto al fascismo, creo que ya se ha dicho mucho. Pero hay pocas cosas que me parezcan tan vacías como el antifascismo en sí mismo o el sufragio. Y más si juntamos los dos. Al hilo de esto, cuatro cosas: