Troya: el ejército de las gatas bolleras

12 mayo 2025, por Adri y Paula

Había una vez una gata llamada Trini, que soñaba con volar y observar la ciudad desde lo alto. A pesar de todas las montañas y los grandes rascacielos que habitaban sus alrededores, el contexto de su vida hacía sobre un montón de cojines de plumas y nubes de colores y eso le parecía una fantasía. Estaba flipando con esos robustos cuernos de marfil que se proyectaban desde sus mofletes hasta el horizonte.

Al mismo tiempo era estremecedor estar en aquel lugar tan extraño. No sabía si en realidad le apetecía más darse un baño y acostarse a dormir. Menuda sensación más extraña. Era como dejarse caer por un precipicio oscuro como un agujero negro. De repente, la impersonalidad y la disociación se apoderaban del protagonismo de toda emocionalidad. El corazón pasaba a ser un acordeón ya medio destruido de tanto usarlo. Los acordeones molan, en realidad, así que tampoco tenía por qué ser tan dramático. Al fin y al cabo, ¿qué es del mundo sin un poco de destrucción?

Tocaba seguir un camino lleno de obstáculos impredecibles puestos a la orden de nuestro amado capitalismo. De golpe, el miedo y la incertidumbre se convertían en un monstruo devorador de almas precarias vendiendo su fuerza de trabajo bajo las estructuras de poder más horribles del pasado de la humanidad: el capitalismo, el patriarcado, las fronteras, las patrias, las religiones, y un largo etcétera.

De pronto sintió la necesidad de lanzar cócteles molotov a dios sabe qué, y de matar a todos los ricos y hombres del mundo. Más que nunca era de vital importancia ese ejército de bolleras eternas deseosas de eliminarlos de la faz de la tierra. Nada funcionando querían a su lado. Sin embargo, quizá había que pensar bien una estrategia antes de actuar. No se puede matar a todos los ricos y hombres así, a lo loco. Se le estaba antojando un vasito de leche calentito y jugar a los Sims. Cometería el magnicidio a gran escala dentro de tres días, doce horas y trece minutos para, al final, cumplir el sueño de su vida y poder gritar: “así que córtalos, trocéalos a todos. Nacida para vaporizarlos a todos: ahora sentid el poder eterno de la hoja de sable!”